El futuro de las pensiones viene siendo un problema en Francia desde hace mucho tiempo debido, entre otras cosas, al desequilibrio entre el número de trabajadores que cotizan y el mayores inactivos. Ya se han realizado muchas reformas parciales, pero parecen insuficientes para remediar de forma permanente el problema de la financiación de las pensiones.
El sistema de pensiones (diseñado en 1945) consta de 42 regímenes que no son relevantes en la actualidad. Es demasiado complejo en cuanto a multiplicidad de normas y excepciones, complejidad de los cálculos o acumulación de perfiles laborales. Genera injusticias y penaliza la movilidad profesional.
Durante su campaña, Macron prometió que la mayoría de los empleados tendrían que trabajar dos años más para jubilarse, y esto es lo que está removiendo el clima social en estos primeros meses de 2023.
Las líneas generales son las siguientes (pero el proyecto prevé otras muchas medidas).
- • La edad de jubilación se aumentaría en tramos de 3 meses por año a partir de septiembre de 2023 para pasar de 62 años en 2023 a 64 años en 2030.
- • Sería necesario haber cotizado 43 años en 2027 contra 42 años hoy, a razón de un trimestre adicional por año.
- • Para carreras largas, las personas que empezaron a trabajar entre los 14 y los 16 años podrán jubilarse a los 58 años, y a los 60 años las que iniciaron su vida laboral a los 16.
- • Para acceder al montante integro de la pensión (50% del salario de referencia) habrá que haber cotizado durante el tiempo suficiente.
El Gobierno quiere convencer de que esta reforma pretende “salvar” el sistema por reparto, “preservar el modelo redistributivo”, y equilibrar las cuentas porque “seguimos financiando a crédito” como dijo en su discurso del 31 de diciembre de 2022 .
Tras la presentación del proyecto por el gobierno, la mayoría de las organizaciones sindicales expresaron su oposición a una reforma que consideran brutal, injustificada y que “golpeará duramente a todos los trabajadores”.
Esta reforma se considera injusta porque perjudicará a los más pobres y a quienes ejercen los trabajos más precarios.
Un tercio de los trabajadores más desfavorecidos, que a menudo tienen los trabajos más difíciles y arduos, y que sufren las dificultades y las limitaciones de la pobreza, habrán contribuido toda su vida a pagar la jubilación de las generaciones anteriores, mientras que ellos mismos probablemente no podrán beneficiarse de ella, ya que la esperanza de vida entre las clases más desfavorecidas es de 13 años inferior a la de las clases más acomodadas. El 56% de los trabajadores y el 53% de los empleados piensan que la edad de jubilación actual ya es demasiado alta.
Además, 1,4 millones de personas de 53 a 69 años no perciben rentas del trabajo ni pensión de jubilación. En su mayoría son mujeres, con menos salud, menos cualificadas. La tasa de pobreza en esta categoría es del 32%. Elevar la edad de jubilación aumentaría aún más el número de personas que requieren una pensión de invalidez o contributiva, que solo permiten un nivel de vida muy bajo.
Para los «mayores» atrapados en la precariedad entre el empleo y la jubilación, el Gobierno ya ha reducido la duración de las prestaciones por desempleo: a este grupo de edad le resulta muy difícil encontrar trabajo después de dejarlo, acaban de ver el subsidio por desempleo reducirse, y ahora probablemente permanecerá en esa situación por más tiempo.
Con una gran mayoría de franceses opuestos a esta reforma, opositores políticos unidos, pocos aliados y detractores en su propio campo, el presidente debería dar marcha atrás, pero no parece que lo hará, porque para él esta reforma «es la madre de todos reformas”
El aumento de la esperanza de vida en Francia y el déficit estructural del sistema de pensiones justifican la necesidad de trabajar más tiempo.
Más allá del argumento económico, conviene recordar que Macron comenzó su primer mandato de cinco años con una fuerte voluntad de reforma y desea consolidar su base electoral, que lo ve como un «valiente reformador». El 35% de los franceses que se mantienen a favor de la reforma son votantes de Macron. Si este proyecto no pasara y el gobierno tuviera que dar marcha atrás, se harían la pregunta: «¿dónde está aquel joven presidente reformista de 39 años que quería romperlo todo? «. Macron, por lo tanto, está preocupado por la imagen y el rastro que dejará, a expensas, al parecer, de todo un sector de la población para quien las condiciones de vida solo están empeoran.
Entre tanto, 5400 toneladas de residuos se habían acumulado en las calles de París este domingo 12 de marzo, tras más de una semana de huelga de los servicios de limpieza contra la reforma de las pensiones. La guerra entre los despachos ministeriales y las aceras de la Ciudad de la luz, a un año de los Juegos Olímpicos, es sintomática de las fuertes divisiones que agitan a la sociedad francesa.
Miguel Morillon
Abogado del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid