El documento, en vigor en la Unión Europea desde el 1 de julio, es exigido para entrar en cafés o teatros en países como Francia, Italia o Portugal, mientras que en España solo Galicia y Canarias han introducido el pasaporte para ingresar en locales de hostelería o de ocio.
Los franceses ya tienen que presentar el pass sanitaire en eventos de más de 1.000 personas y discotecas con más de 50, pero desde principios de agosto tendrán que hacerlo también en restaurantes, gimnasios, centros comerciales, hospitales y aviones. En vigor en toda la Unión Europea desde el 1 de julio y pensado inicialmente para facilitar los viajes, el certificado acredita la vacunación, una prueba negativa de coronavirus o que la persona se ha recuperado de la enfermedad. El bajo ritmo de pinchazos desde junio llevó al Gobierno a utilizarlo como herramienta para cercar a los antivacunas, a los escépticos o a los más reticentes, lo que ha provocado amplias protestas.
Italia busca un efecto similar exigiendo a sus ciudadanos el green pass para la entrada a sitios públicos como teatros, cines o estadios, aunque a diferencia de Francia, en la hostelería no será necesario para comer en la barra o en la terraza. Portugal, que también exime los exteriores del requisito, pide el certificado desde principios de mes para ingresar al interior de restaurantes en municipios con alta incidencia, pero solo los fines de semana. Meses antes, en abril, Dinamarca abrió el camino con su coronapas para entrar en peluquerías y autoescuelas, y posteriormente en bares y museos, entre otros.
La idea que defiende el Ejecutivo español es no penalizar a la parte de la población que ‘ha jugado el juego’ de las vacunas sin que la vacuna sea obligatoria para todos (aunque lo termine siendo de facto). Se trataría entonces de una solución intermedia, que permitiría frenar el repunte de la epidemia, asegurar la recuperación económica y mantener la libertad (fundamentalmente artificial) de no vacunarse”, en referencia al contexto francés.
Aquí comienzan los problemas, o las zonas grises. En su informe sobre el tema, la Comisión Nacional de Informática y Libertades del país galo pidió delimitar bien el alcance del certificado y evidencia sobre la eficacia de la medida, a la vez que alertó de la «normalización de dispositivos que invaden la vida privada». Para Nabat, además de la posibilidad de contagiarse y contagiar aun estando vacunado, hay varios riesgos a tener en cuenta:
- Posibles discriminaciones. «A nivel social, se crea una división de la sociedad con un fuerte riesgo de discriminación. Si la vacuna no es obligatoria, no es lo mismo un pasaporte activado por tiempo ilimitado al estar vacunado que tener que hacerse la prueba PCR cada 48 horas (que se pagará desde el otoño)».
- Controles de identidad al margen de las fuerzas del orden. «Se impone una considerable obligación de control (pasaporte sanitario y control de identidad) a ciudadanos que no tienen facultades policiales», señala Nabat. Al respecto, el Gobierno ya dijo que los trabajadores de la restauración no tendrán que verificar la identidad de sus clientes, aunque no es el único sector donde se exigirá el certificado.
- Datos que pueden dejar de ser privados. «Por último, en cuanto a la privacidad, se está poniendo en marcha un sistema en el que el estado de salud (vacunado, no vacunado, con prueba, sin prueba, enfermo, no enfermo) es un dato de interés para otros, comerciantes, camareros, aunque es por definición una información privada».
PASAPORTE COVID EN ESPAÑA
Con una población que mayoritariamente confía en las vacunas, en España, el certificado ha aparecido como forma de control epidemiológico en Galicia y Canarias. Ante la alta incidencia en su comunidad, el presidente de la Xunta, defendió su implementación en los locales de hostelería para mantener el «equilibrio» entre salud y economía.
«Entiendo el descontento de los hosteleros y entiendo el descontento en general de los jóvenes que no tienen vacuna y le exigimos una PCR en las 72 horas próximas a entrar en un restaurante y una cafetería», reconoció el presidente de la Xunta.
En Canarias, el certificado será exigido a partir de este lunes en los territorios en nivel 4 para ingresar en gimnasios o locales de ocio.
«Sería un buen instrumento desde el punto de vista epidemiológico», según el portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (SESPAS). En esos casos la evidencia nos traslada que aunque puedes contagiar y contagiarte, la carga viral es mucho menor y, por tanto, podría ser una buena medida
El portavoz recuerda que en el futuro el incentivo a la vacunación sí podría ser un debate también en España. Al fin y al cabo, siempre hay un límite, una franja de imposibles de convencer. No es un problema ahora mismo, pero en algún momento llegaremos a un tope de vacunación. Ningún país ha conseguido todavía vacunar al 100% de su población, entre otras cosas porque la vacunación es voluntaria, no puede ser obligatoria.