La gestación subrogada, también conocida como maternidad subrogada o vientre de alquiler, es un proceso mediante el cual una mujer, llamada «gestante» o «madre sustituta», lleva un embarazo y da a luz a un bebé en nombre de otra persona o pareja, quienes serán los padres intencionales o comitentes del niño. Es una procreación médicamente asistida que consiste en la implantación en el útero de la madre subrogada de un embrión resultante de la fecundación in vitro (FIV) o inseminación.
Al nacer, el recién nacido será entregado a la «madre intencional», o a los padres comitentes, sin que exista adopción alguna. Los trámites que se realizan después del nacimiento son largos y difíciles, ya que es necesario establecer una filiación entre el nacido y los padres “receptores”. Además, el nacimiento del niño debe estar legalizado en el país de retorno, lo que suele ser muy difícil.
Una gran mayoría de países europeos prohíben la gestación subrogada: Alemania, Austria, Suiza, España, Francia, Italia, Irlanda, Polonia, Finlandia, Bulgaria, Hungría, Suecia, Noruega… pero existe una fuerte presión para establecer una nueva legislación.
Esta prohibición se basa en razones filosóficas, éticas y médicas. Legalmente, la madre es la que da a luz. Existen riesgos médicos y psicológicos para la gestante, así como para el feto, que habrá formado vínculos intrauterinos con su “madre sustituta”. Y el Estado, en los países que lo prohíben, se opone a la comercialización del cuerpo. Pero a pesar de la ley, cada vez más parejas no-fértiles se van al extranjero, a países que toleran o autorizan la gestación subrogada.
Bélgica, los Países Bajos, Dinamarca, toleran esta práctica si no hay «remuneración», a excepción del reembolso de los gastos incurridos por la madre sustituta. Está autorizado oficialmente en los siguientes países: Reino Unido, Grecia, Israel, Rusia, la mayoría de los países de Europa del Este de la Unión Soviética, ciertos estados americanos, India, China.
Para los defensores de este método de procreación médicamente asistida, se trata de un progreso social para la familia: «La multiplicidad y diversidad de modelos familiares ya no puede ser ignorada y, en este sentido, la ley que prohíbe la gestación subrogada está obsoleta porque esta desfasada con la globalización y los cambios societales».
También para los defensores, la gestación subrogada es una “función altruista y generosa”. Con la apertura al mundo y el progreso de la biología, ¿por qué prohibir lo que puede ser una solución para aquellas personas que se ven privadas de la posibilidad de engendrar? La falta de niños para adoptar hace que la “maternidad subrogada” sea una solución inesperada para una pareja que desea absolutamente un hijo y no puede tener uno de forma natural.
No se puede negar que esta práctica puede ayudar a las «madres sustitutas» en países pobres a salir adelante, mientras se hace realidad el sueño de otras personas más ricas, pero esta práctica es, como tal, considerada como una mercantilización del cuerpo femenino y una forma de explotación de los pobres por los ricos. El “turismo procreativo” requiere grandes medios financieros y ciertas parejas vulnerables pueden ser explotadas financieramente.
Además, algunos lo consideran una violación jurídica de la dignidad de la persona humana. De hecho, existe en cualquier gestación subrogada un contrato en el que se intercambia un “producto” por un precio o indemnización. Aquí, el objeto del contrato es un niño. Según el derecho civil, sólo las cosas pueden ser objeto de acuerdos comerciales. Por lo tanto, el niño es considerado como una mercancía. Y la mujer es utilizada por los “mandatarios” como una máquina que permite el desarrollo de un feto, es decir como una incubadora.
El debate sobre la gestación subrogada está lejos de terminar, ya que también plantea muchas preguntas que a menudo quedan sin respuesta y generan conflictos.
¿Qué sucede si la madre sustituta cambia de opinión? ¿Si se niega a entregar al niño al que podría haberse encariñado durante el embarazo? En algunos países como Inglaterra está protegida y tiene prioridad sobre su hijo en relación con los padres intencionales; no tiene derechos en otros países como Ucrania o India. En los Estados Unidos, una madre sustituta tuvo que entregar el niño a los padres, pero obtuvo derechos de visita.
¿Qué sucede si los padres comitentes cambian de opinión antes de que nazca el niño? Si, por ejemplo, la pareja se separa durante el embarazo: 9 meses es mucho tiempo… ¿Qué pasará con el niño?
¿Qué pasa si, a pesar del seguimiento médico, el niño nace con una discapacidad que no se detectó durante el embarazo? ¿Se incumplirá el contrato? ¿Quién será el responsable: el equipo médico? ¿los padres que produjeron los óvulos y los espermatozoides? ¿la madre gestante?
¿Qué pasa si surgen problemas durante el embarazo? Por ejemplo, si se detecta una discapacidad en una ecografía, ¿se puede obligar a la gestante a abortar? O por el contrario, ¿se debe evitar que aborte si el embarazo pone en peligro su salud?
¿Qué sucede si el niño nace muerto o muere poco después del nacimiento? ¿Cómo solucionar los problemas de ejecución del contrato? La madre habrá llevado al niño, pero los padres comitentes no lo recibirán. ¿Tendrán que pagar ellos o tendrá que devolver las cantidades cobradas la gestante subrogada?
Este tipo de situaciones ya se han dado en países donde la gestación subrogada está autorizada y ya hay casos abiertos ante la justicia. Esto plantea la cuestión de los límites del derecho y del comercio cuando lo que está en juego es la vida de un niño, de un ser humano.
Miguel Morillon
Avocats Madrid