Buenos días, Analena, nos alegra mucho entrevistarla para la sección SERIE LIMITADA de Morillon Avocats.
Nos gustaría que se presentara brevemente para nuestros lectores.
Soy francesa, de madre española. He vivido a caballo sobre las dos culturas desde que nací, hasta el punto de sentirme española en Francia y francesa en España. No me supone ningún problema, a no ser el de no tener ningún sentimiento de pertenencia, si es que eso se puede considerar un problema.
Inicialmente, me licencié en ciencias de la información y la comunicación en La Sorbona, y empecé a dedicarme al marketing, que eran las profesiones que “pitaban” entonces.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces, y después de un largo periodo dedicada a la ingeniería pedagógica y la formación, decidí dedicarme a la escritura y la narrativa, especializándome en relatos de vida, biografías, escritura terapéutica, relatos psico-genealógicos.
Paralelamente, escribo para terceros, es decir redacto, corrijo y produzco escritos para particulares y empresas que no quieren dedicar tiempo a esta faceta de su comunicación, pero lo necesitan imperativamente.
¿Cuáles son las razones por las que dio ese giro profesional?
Bueno, en realidad no es tanto giro, digamos que lo que ha cambiado es el tipo de cliente y la materia, pero en el fondo, siempre me he dedicado a la comunicación, tanto en el área de marketing, como en el área de formación.
Siempre ha sido cuestión de crear, elaborar y contar historias, pero ahora mi actividad está más centrada en historias de personas, historias privadas. El servicio a empresas se asemeja más al trabajo de consultor pero se fundamenta en la misma intención: escribir para transmitir de la mejor forma posible aquello que se quiere transmitir.
Habla Usted de relatos de vidas, biografías, relatos psico-genealógicos ¿Puede decirnos algo más sobre todo ello?
Son tipos de proyectos algo distintos pero parecidos, y desde luego con un punto de partida común: alguien quiere contar una historia, ya sea personal, familiar, biográfica con la intención de dejar un testimonio de vivencias, o de explicar una trayectoria de vida, o transmitir una tradición, o revelar un secreto o una verdad que no se contó. Mucha gente siente en algún momento que su vida, o lo que ha vivido, no puede ser algo fugaz y “combustible”, sino que merece dejar alguna huella, aunque sea en un círculo pequeño. Cuanto mayor nos hacemos, mayor necesidad de que lo que se ha vivido tenga un sentido, y no hay mejor manera que hacerlo “perenne” de alguna forma. Las palabras se las lleva el viento, a no ser que estén escritas.
¿Y a que le llama la escritura terapéutica?
Esto es algo bastante comprensible, aunque no sea muy conocido. Todos los que escribimos, sabemos que hacerlo es una forma de liberación, siempre que se respeten algunas premisas, tales como la honestidad, la ausencia de censura, la búsqueda de la “verdad” propia. No son pocos los autores, conocidos o no, que han encontrado una salida a conflictos o problemas más o menos serios escribiendo lo que necesitaban expresar. Esa es la escritura terapéutica, y si me apura, le diría que toda forma de creación es una forma de terapia o al menos de transformación.
La escritura es un ejercicio solitario, o eso dicen. ¿Para qué necesita alguien a un profesional para escribir?
Creo que, a lo largo de la vida, todos hemos desarrollado frenos, barreras e incluso diría tabúes internos que no nos permiten ya no solo expresar lo que queremos sino incluso saber qué es lo que queremos expresar. Sin llegar al terreno de la psicología, que está muy bien en manos de los especialistas, un programa de aprendizaje a la escritura realmente terapéutica es aquel que por un lado va derribando esos frenos, y por otro lado pone a disposición los recursos y herramientas de la lengua escrita, que no siempre son fáciles de dominar y usar. No basta con enunciar algo, hay que enunciarlo BIEN. Y por mi experiencia, pasa lo mismo cuando se quiere escribir una biografía o cualquier otro relato de vida.
¿A qué se refiere?
Cualquier cosa que alguien quiera contar se puede limitar a 20 palabras o extenderse a 200 ò más. En un caso, el que escribe no podrá expresar toda la riqueza, o intensidad o profundidad de los hechos que cuenta. En el otro, sentirá que ha “sacado fuera” con más precisión lo que quiere decir. Y ahí está el efecto terapéutico, o la liberación o simplemente la satisfacción de una narración “completa”. La mayoría de las familias con las que trabajo escribirían su vida en 20 folios y, a priori, no solo carecería de interés, sino que les resultaría una decepción. Ayudarles a que estén satisfechos porque hemos encontrado la riqueza de expresión que necesitan para contar todo lo que han vivido es lo que hace que el proyecto tenga sentido para ellas.
Esto parece ir un poco a contracorriente de lo que marcan hoy en día las redes sociales o la forma de comunicación que imponen…
Pues absolutamente, tiene Usted razón. Pero si suma Usted el centenar o más de “stories” que puede llegar a publicar cualquier individuo deseoso de “contarse” a sus seguidores, rápidamente alcanzará la cantidad necesaria de contenido para construir un relato más sólido y profundo. Y con una vida útil bastante más larga que la de mil posts.
En esa ecuación nos falta el fenómeno de amplificación que proporcionan las redes, que no se consigue con un libro, solamente por el hecho de tener que comprarlo o adquirirlo y sobre todo sostener la atención…
Asi es. Pero le invitaría a preguntar a cualquier seguidor de redes que le cuente de que iban los 20 últimos reels o stories que ha visto antes de irse a dormir. No conozco la estadística, pero sospecho que todo ese contenido, tal como entra, sale. Y mientras, el cerebro pierde recursos para expresarse porque alimentarlo solo de imágenes o videos con muy pequeñas dosis de palabras, es la fórmula secreta para perder vocabulario. «El Quijote empleó casi 23.000 palabras diferentes. Hoy un ciudadano medio utiliza 5000 de vocabulario activo». De la calidad y cantidad de la expresión, dependen las del pensamiento, y viceversa. Asi que le dejo sacar sus propias conclusiones…
Por lo que nos dice, adivinamos en Usted una amante de las palabras
Exactamente, en eso me he convertido. ¡Jajajaja! Pero diría que más que en amante de las palabras, que lo soy, me fascina el lenguaje, los lenguajes, la capacidad casi sobrenatural que tenemos los humanos para expresar y compartir hasta los más sutiles detalles de nuestra vida y del universo en el que vivimos. Un paseo por un diccionario de sinónimos es siempre fascinante. Aquello de que “en el principio estaba el verbo” es algo indiscutible, no podríamos progresar ni evolucionar si no tuviéramos la capacidad de ir nombrando lo que compone nuestra existencia. Y a mí, particularmente, nada me parece más desolador que un humano sin recursos para expresarse. Creo que es un terrible hándicap.
¿Cómo es el proceso de escribir una biografía, o un relato de vida? ¿Cuál es la diferencia entre los dos?
Un relato de vida se supone que no abarca toda la vida, mientras que una biografía si. El proceso es simple, pero complejo a la vez. Una vez que una persona o una familia decide encargar este tipo de proyecto, se inicia una colaboración en la que una o varias personas van contando lo que quieren escribir, y la otra (yo en este caso) lo va grabando, transcribiendo, estructurando y redactando. Es un proceso a menudo largo, porque a medida que van hablando, como decía antes, van queriendo hablar más y además se le dan muchas vueltas a los contenidos tanto en la forma como en el fondo. Poco a poco, una se va convirtiendo en una especie de confidente. Me gusta mucho el vínculo que se crea. Al cabo de algunos meses, ambas partes experimentan una satisfacción enorme por le trabajo realizado y el producto finalizado.
¿Por qué razón se ha centrado más en la escritura de biografías?
Le diré que en literatura, el género de la biografía no es de los que más me gusta. Me refiero a biografías de famosos, o de personajes históricos. Lo que ocurre es que en mi familia hay orígenes muy mezclados, procedemos de unos 5 ó 6 países y hay historias de todos los colores. Así que hace tiempo que me dedico a la exploración genealógica, y por consecuencia a la historia familiar. La mía, y ya una vez puesta en harina, la de gente que como yo tenga interés por dejar plasmada la historia propia, de sus padres o de sus antepasados, que en definitiva es una misma historia.
Por lo que cuenta, es un trabajo muy gratificante.
Es un trabajo de mucha dedicación (es difícil llevar a cabo más de 3 biografías o relatos de vida a la vez). Además, se trata de historias humanas reales, y cada día descubres que una vida, todas las vidas, si las sabes contar, tienen algo de único y de maravilloso. Yo siempre digo que somos las historias que nos han contado, que contamos y que contaremos. Y que la humanidad es el inmenso cúmulo de historias que nos unen.
¿Qué palabras finales desea dirigirles a los lectores de SERIE LIMITADA?
Les diría que hablando se entiende la gente, que es algo muy proverbial. Y que todos tenemos una historia que contar, un legado que transmitir. Que todos somos únicos pero también muy parecidos, y que oyendo las historias de los demás, aprendes a aceptar, comprender y no juzgar tanto a tus congéneres. Y que cultiven la afición de escribir, que es lo que nos sitúa, creo que más que cualquier otro rasgo, bastante arriba en la escala evolutiva.
Muchas gracias por concedernos esta entrevista.
Gracias a Morillon por darme la oportunidad de hablar de lo que hago.