Oficina del bufete de abogados en Lisboa
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Lisboa, capital de Portugal, llamada la “ciudad de las siete colinas”, o la “ciudad de los colores”, es una ciudad simpática y segura, dinámica e innovadora. Es antigua y moderna y siempre sorprendente y se ha convertido poco a poco en una de las ciudades más vibrantes y acogedoras de Europa Occidental.
Asombra por su bella y antigua arquitectura, siendo una de las ciudades más antiguas del planeta que según la mitología, habría sido fundada por el propio Ulises al huir de Troya.
El área metropolitana de Lisboa solamente ocupa un 3% de la superficie total de Portugal, pero en ella vive una cuarta parte de la población. Lisboa conoció un crecimiento muy importante en los años 70 debido a la migración rural y al retorno de muchos migrantes.
En los años 80, se reprivatizaron numerosas empresas. La economía de la ciudad se caracteriza por el importante peso de industrias tecnológicas y farmacéuticas, si bien el sector servicios es el que domina la economía local, y da ocupación a las tres cuartas partes de los trabajadores. El turismo y el comercio han jugado un papel esencial en la modernización de Lisboa, equilibrando una balanza de pagos tradicionalmente negativa.
La Lisboa moderna conserva aires de su pasado clásico e histórico pero fue designada como Capital Cultural de Europa en 1994, y la Exposición Universal de 1998 supuso el mayor proyecto de renovación de la ciudad desde la reconstrucción que siguió al gran terremoto de 1755. Gran parte de la infraestructura de transportes se debe a la celebración de dicho certamen, así como la zona portuaria que fue reconstruida y es actualmente un importante espacio de ocio, con un moderno paisaje urbano, que contrasta con la Lisboa de las colinas.
Lisboa, “Menina y moça”, el corazón de la llamada “Suiza Latina” siempre ofrece espacio para la innovación y para buscar oportunidades de reinventarse. La luz, el río, la mezcla de culturas, la amabilidad y hospitalidad de los portugueses, la gastronomía, la cultura, las playas y su dimensión hacen el resto para darle ese aire inconfundible que enamora y que Portugal necesita para atraer talento ‘altamente cualificado’ extranjero a su mercado laboral así como para limitar el drama de la crisis demográfica que vive.
Es un país fácil para emigrar y residir y simplifica enormemente la instalación: variedad de opciones de visados, exenciones fiscales, una calidad de vida envidiable y las ventajas del Schengen europeo. Asi, el número de ciudadanos extranjeros residentes en Portugal en 2020 alcanzó una cifra record por encima de los 600 000 : “Paraíso del teletrabajo, alfombra roja fiscal y un café a 0,60 euros”.